Un buen dia de primavera, un muchacho amable iba caminando por un sendero largo y estrecho que conducía a una gran cascada. Allí había una moza esbalta, y de pelo rubio como el oro.
De repente el muchacho preguntó:
-¿Qué hace una señorita tan bella en medio de este malantial?
La moza respondio medio entre cortada:
-Dejadme, señor honrado, no queiro pagar contigo todo esto que me está pasando.
-Señorita dime lo que te pasa.
-No, hombrecito amable, no quiero preocuparle.
-De acuerdo, señorita, no quiero molestarle más, perdóname por interrumpirla. Sequiré mi paseo por este bosque tan verde y bonito
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