¿QUIERES SENTIRTE PIRATA POR UNA SEMANA?
Sentíos piratas por una semana viajando con ellos por las islas europeas.
Sentireís el soplo de la libertad y el olor a mar que sienten los piratas. Pero, tranquilos, por una vez en su vida no habrá vandalismo.
ESTE CRUZERO OS OFRECE, ENTRE OTROS SERVICIOS:
-Toda clase de disfraces que os desplazarán a la época más dinámica de la piratería.
-Personajes que os sumergirán en una aventura que no olvidareís.
-La comida y bebida más parecida a la de la época tratada.
-Infinidad de juegos y prácticas de abordaje, robos, etc.
Todo esto bajo una minuciosa supervisión por parte de la dirección y de la empresa que ofrece este viaje.
Para más información:
www.piratas.com
¡allí veréis el número de teléfono!
lunes, 9 de marzo de 2009
20 AÑOS DESPUÉS
Cuando al hijo de Chusa le quedan 2 días para cumplir los 20 años, Jaimito decide bajar al moro para recordar viejos tiempos: la compañía de mejor amigo Alberto, los momentos tan felices que pasaban los cuatro juntos, …
Una vez allí nada más bajarse del tren vio a una chica, (que fue un amor a primera vista). Lo primero que hizo fue hablar con ella y le invitó a tomar algo y se le olvidó que había ido para buscar drogas y cuando se dio cuenta de que era la hora en que salía el tren se tuvo que despedir de una forma bruta, y le dijo que cuando volviera a bajar al moro le llamaría. Cuando llegó a casa lo primero que le dijo a Chusa fue que había conocido a una chica muy guapa. Pero Chusa, el mismo día que Jaimito estaba en Marruecos, salió a comprar comida para los tres de la casa y se chocó con un hombre maravilloso.
Habían quedado para otro día y Jaimito tuvo una fantástica idea: irse de viaje las dos parejas juntas a París. Cuando llegaron allí dejaron las cosas en el hotel y fueron a ver la Tour Eiffel y allí, por casualidad, se encontraron con Alberto y Helena. Hablaron y Chusa le dijo a Alberto si podían ser tan amigos, pero Alberto les dijo que quería seguir con esta vida y que estaba a gusto, y Alberto y Helena se fueron por su cuenta y continuaron las visitas, mientras que Chusa y Jaimito decidieron separarse e ir por otro lado.
Una vez allí nada más bajarse del tren vio a una chica, (que fue un amor a primera vista). Lo primero que hizo fue hablar con ella y le invitó a tomar algo y se le olvidó que había ido para buscar drogas y cuando se dio cuenta de que era la hora en que salía el tren se tuvo que despedir de una forma bruta, y le dijo que cuando volviera a bajar al moro le llamaría. Cuando llegó a casa lo primero que le dijo a Chusa fue que había conocido a una chica muy guapa. Pero Chusa, el mismo día que Jaimito estaba en Marruecos, salió a comprar comida para los tres de la casa y se chocó con un hombre maravilloso.
Habían quedado para otro día y Jaimito tuvo una fantástica idea: irse de viaje las dos parejas juntas a París. Cuando llegaron allí dejaron las cosas en el hotel y fueron a ver la Tour Eiffel y allí, por casualidad, se encontraron con Alberto y Helena. Hablaron y Chusa le dijo a Alberto si podían ser tan amigos, pero Alberto les dijo que quería seguir con esta vida y que estaba a gusto, y Alberto y Helena se fueron por su cuenta y continuaron las visitas, mientras que Chusa y Jaimito decidieron separarse e ir por otro lado.
El encuentro rechazado
Un buen dia de primavera, un muchacho amable iba caminando por un sendero largo y estrecho que conducía a una gran cascada. Allí había una moza esbalta, y de pelo rubio como el oro.
De repente el muchacho preguntó:
-¿Qué hace una señorita tan bella en medio de este malantial?
La moza respondio medio entre cortada:
-Dejadme, señor honrado, no queiro pagar contigo todo esto que me está pasando.
-Señorita dime lo que te pasa.
-No, hombrecito amable, no quiero preocuparle.
-De acuerdo, señorita, no quiero molestarle más, perdóname por interrumpirla. Sequiré mi paseo por este bosque tan verde y bonito
De repente el muchacho preguntó:
-¿Qué hace una señorita tan bella en medio de este malantial?
La moza respondio medio entre cortada:
-Dejadme, señor honrado, no queiro pagar contigo todo esto que me está pasando.
-Señorita dime lo que te pasa.
-No, hombrecito amable, no quiero preocuparle.
-De acuerdo, señorita, no quiero molestarle más, perdóname por interrumpirla. Sequiré mi paseo por este bosque tan verde y bonito
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